Monterde – Cerro Molino – Monterde
Sencillo y corto recorrido, quizá el menos exigente de los propuestos en este programa de “Monterde paso a paso”.
En este caso un monte sobre el que se enmarca el casco urbano de la localidad y que toma el nombre de una infraestructura que estuvo dando servicio hasta finales de los años 40 del siglo pasado, nos referimos al molino harinero del que solo ha llegado hasta nuestros días la balsa en la que se represaba el agua que movía el mecanismo que hacía girar las muelas, así como alguna parte de dicho mecanismo.
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DATOS DE LA RUTA
Este itinerario de poco más de 4 km discurre casi en su totalidad por caminos de tierra fundamentalmente; siendo la parte final del mismo de pista bien acondicionada.
Buena parte de estos caminos han sido recuperados, limpiados y equipados recientemente.
Los desniveles no son excesivos, unos 150 metros. Partimos de la cota 798 y alcanzamos una cota máxima de 880 en los puntos más altos.
La distancia es de cuatro kilómetros y doscientos metros y no ofrece dificultad alguna ya que el único tramo técnico, situado al principio del recorrido, está equipado convenientemente.


DESCRIPCIÓN DEL ITINERARIO
El recorrido comienza en la “Plaza Grande”, que es como se denomina en la localidad a la Plaza Mayor, al igual que todos y cada uno de los recorridos propuestos.
En este caso vamos a salir por la calle Juan Junquera por delante de la iglesia hasta subir a la altura de lo que queda del castillo y una vez que alcancemos la calle Colases y sin entrar en ella, en un pequeño collado, giraremos a nuestra izquierda, en dirección a la balsa que ya se divisa debajo de una cantera, situada en una pequeña garganta excavada por el agua.



Saldremos del casco urbano y cruzaremos el río Ortiz. Giraremos a nuestra izquierda, por la base de la cantera de rocas fragmentadas y en un equilibrio inestable hasta la balsa sobre la que en su momento se apoyaba el molino.


Nos recreamos con la panorámica de la balsa, lo que queda del castillo y su ermita asomándose a la “carrasca” que es como se denomina en el lugar a la pared que enmarca la margen izquierda de esta hoz o garganta. Nosotros vamos a continuar por la margen derecha, por la falda del cerro que vamos a rodear en su totalidad.



Una vez que llegamos al espacio abierto, giramos a la derecha para alcanzar el camino que viene del pueblo igualmente, pero en este caso desde el la parte baja del mismo, cruzando el río por el lavadero, evitando el tramo de la garganta, que algunos senderistas pueden considerar un poco expuesto. Estamos en el camino del “Miralbueno».

Seguimos caminando por la estrecha senda, dejando a la izquierda los campos de cultivo de la vega “bajera” y a nuestra derecha iremos bordeado por su base, los “chevrons” que singularizan el cerro Molino por su cara sur. Así es como se denomina en geología a los pliegues en forma de acordeón o fuelle con forma de v invertida (^). En este caso podemos contar hasta ocho; unos están cubiertos aún por una somera capa de vegetación, pero otros más erosionados se nos presentan como grandes losas desnudas con una considerable inclinación.

Nada más acabar de superar la base del último chevron alcanzamos un pequeño pinar , llegamos a un pequeño pinar donde se encuentran las ruinas de unos “hornos” (es como se llaman aquí a los abejares; una forma de explotación apícola que introdujeron los romanos en la península y que se ha conservado hasta hace pocos años, fundamentalmente el sureste de Zaragoza, en zonas de Guadalajara y Cuenca).

Atravesado el pequeño pinar y superadas las ruinas de una paridera, nos dirigimos hacia al Collado del Campo que se adivina delante de nosotros.


Una vez alcanzado este continuaremos por nuestra derecha, sin perder altura, hasta otro collado que alcanzaremos en cinco minutos. Nos asomamos ahora al barranco de Valdelahoya, a los hortales y al Galindar. En días despejados y en dirección Norte, desde este collado puede apreciarse la cima del Moncayo.

Giramos a nuestra derecha, en dirección Este, para volver al pueblo por la cara norte del Cerro Molino, por camino evidente y más llano que el que hemos transitado hasta ahora.
En pocos minutos alcanzamos el “Corral Nuevo”, nos encontramos a unos 880 metros de altitud, la cota más alta que vamos a alcanzar, aproximadamente la misma que los collados que hemos atravesado anteriormente.

La senda que hemos estado transitando hasta este momento se va a ir convirtiendo en pista. Al principio son unas rodadas de vehículo que nos van a acercar a una pista que seguiremos hacia la derecha hasta alcanzar el cementerio “Viejo” o de “los viñales”.


Desde este lugar el itinerario continúa nuevamente por senda hasta alcanzar la pista de San Vicente, que seguiremos nuevamente hacia nuestra derecha para volver a introducirnos en la pequeña garganta que hemos tomado al principio y acabar el itinerario en el mismo sitio en el que lo hemos iniciado, en la base de la torre mudéjar que preside el casco urbano de Monterde.


